MALLORCA

La vegetación forestal de la isla de Mallorca se puede caracterizar a grandes rasgos, con bosques, maquias de acebuche, vegetación de alta montaña, vegetación de ribera y vegetación del litoral.

1. Los Bosques

Los bosques de Mallorca, formados generalmente por pino (Pinus halepensis) y encina (Quercus ilex), o bien una mezcla de las dos especies, suponen el 80% de la superficie forestal de la isla (120.269 ha), diversifican el paisaje y albergan una gran riqueza florística, convirtiéndose en los reservorios de biodiversidad más importantes de la isla.

Para el caso de la sierra de Tramuntana, los bosques configuran un paisaje único y de enorme belleza. Un verdadero mar verde de árboles que se fusiona con el mar en la costa escarpada, fuente de inspiración de poetas y pintores de todo el mundo.

Los pinares son la formación boscosa más extensa y rica en especies vegetales de Mallorca y Cabrera, con una distribución que va desde el nivel del mar hasta más de los 500 metros de altitud. Ocupan unas 47.889 ha como formación de pinar puro, aunque habitualmente se puede encontrar como bosque mixto con la encina y el acebuche, que en Mallorca y Cabrera suponen más de 30.300 ha de superficie. Presentan estratos arbustivos muy diversificados donde se encuentran, entre otras especies propias del pinar mediterráneo, el brezo (Erica multiflora), jara blanca (Cistus albidus), jara negra, enebro, etc. Este estrato arbustivo suele dar cobertura a una alfombra de fenasset (Brachypodium retusum). Debido a su condición de comunidad pionera, es habitual que el pinar ocupe cultivos y bancales abandonados, improductivos para la agricultura.

El pinar, junto con el sabinar deviene muy importante en el litoral, en especial por su papel fijador de dunas y por albergar un gran número de especies de flora muy específicas de este ambiente salino y arenoso.

Los bosques de Mallorca son mayoritariamente pinares, encinares y bosques mixtos

Los bosques de encinar en cambio, son más sombríos y húmedos y este hecho condiciona su presencia de especies arbustivas. Se distribuyen desde el nivel del mar hasta los 900 metros de altitud, donde habitualmente podemos encontrar la presencia de arbustivas tales como el lentisco (Pistacia lentiscus), hiedra (Hedera hélice), aladierno (Phillyrea media), mirto (Myrtus communis), durillo (Viburnum tinus), culantrillo (Asplenium communis), ciclamen (Cyclamen balearicum), madroño (Arbutus unedo), zarzaparrilla (Smilax aspera), etc. El encinar en estado puro ocupa una extensión de 11.178 ha, aunque también lo podemos encontrar en forma de bosque mixto de encinas con pinos y bosque mixto de encinas y acebuches.

La actividad humana tradicional del encinar de las islas ha sido bien intensa durante siglos: su intensa explotación por los carboneros, leñadores, caleros, pastores de cerdos, etc. ha hecho que a día de hoy no encontramos encinares que no hayan sido modificados por la actividad humana. Unos encinares singulares de la Sierra de Tramuntana son los desarrollados sobre los roquedales kársticos de lapiaz, donde los árboles aprovechan las grietas de la roca para poder arraigar y subsistir. Este hecho de condiciones límite de disponibilidad de tierra y nutrientes, además de generar un paisaje de gran belleza, configuran una formación singular a preservar por su fragilidad.

Ambas formaciones boscosas pueden coexistir en forma de bosque mixto de pino y encina que, en función de las características ecológicas de cada microclima, la formación forestal evolucionará hacia una formación pura de pinar, o de encinar, o bien se mantendrá el equilibrio entre las dos especies arbóreas.

Las maquias de acebuche son uno de los exponentes más representativos de la vegetación mediterránea debido a su carácter termófilo y xérico, plenamente adaptada a las duras condiciones del clima, que diversifican el paisaje insular y son fuente indispensable de alimento y recursos para la fauna .

La actividad cinegética tradicional de Mallorca ha estado estrechamente ligada a esta formación, especialmente con la caza de los tordos con hilados, una modalidad selectiva y respetuosa que ha propiciado una fuente de recursos de subsistencia a los habitantes de la Sierra durante las duras condiciones de la invierno. Situados en las cotas más bajas de la isla y en laderas soleadas, es una formación dominada principalmente por el acebuche (Olea europaea var sylvestris), aunque también se encuentran especies propias de otras formaciones como el lentisco (Pistacia lentiscus ) y el llampúgol (Rhamnus alaternus), además de todo un mundo diverso de especies como la retama borda (Ephedra fragilis), Euphorbia dendroides (Euphorbia dendroides), aladierno (Phillyrea latifolia), argelada (Calicotone spinosa), esparraguera (Asparagurs stipularis ), raspones (Arum italicum), rapa de fraile (Arisarum vulgare), rubia brava (Rubia peregrina) etc.

Ocupa una extensión nada despreciable de unas 26.176 ha que pueblan Mallorca y Cabrera, principalmente la zona suroeste (marina de Llucmajor, Santanyí y Ses Salines) y nordeste de Mallorca (marina de Santa Margalida y Petra).

2. La vegetación de alta montaña

Se concentra en las partes altas de la isla de Mallorca, en especial en la Sierra de Tramuntana y del Levante de Mallorca. Configurar la vegetación más singular y especial de la Sierra, no sólo por la cantidad de endemismos insulares que alberga, sino también las especificidades vegetales adaptadas al medio hostil y extremo al que se desarrollan, por lo que, merecen una especial sensibilidad y protección. A grandes rasgos, se pueden clasificar en:

  • Bojedales y vegetación culminal, ligadas a las condiciones más frías y húmedas de la Sierra. Estas formaciones estarían formadas principalmente por boj (Buxus balearica) la única especie que actualmente llega a formar malezas, además del tejo (Taxus baccata), rotaboc (Acer opalus var granatense), manzano silvestre (Sorbus aria), corner (Amelanchier ovalis ) y acebo (Ilex aquifolium), comunidades mucho más abundantes en el pasado, testigos del bosque frío, húmedo del Cuaternario y formado por algunas especies caducifolias. La expansión y conservación de estas formaciones está fuertemente condicionada por la sobrepoblación de cabra asilvestrada.
  • Comunidades de raíz y eixorba-ratas, emblemáticas y singulares por la cantidad de especies endémicas (más de 40) de cojinetes espinosos que no se levantan más de 40 cm del suelo, de forma redondeada y abundante. Se puede encontrar en lugares más culminantes de la Sierra de Tramuntana y en lugares de agricultura abandonada, pero siempre expuestos a los fuertes vientos. Las especies más singulares son los Teucrium Marum y negro (Teucrium marum y Astragalus balearicus), que coexisten a menudo con la zarzaparrilla (Smilax aspera) o los socarrells litorales del cabo de Formentor (Dorycnium fulgurans).
  • La vegetación de los peñascos, son verdaderos santuarios de biodiversidad insular debido a su especialización y en la gran cantidad de endemismos que albergan. Destacan la violeta de peñasco (Hippocrepis balearica), Globularia cambessedessii, dedalera (Digitalis minor), y en los lugares de más tierra y resguardadas encontramos la emblemática peonía (Paeonia cambessedesii) entre muchas otras, a menudo caracterizadas por flores vistosas .
  • Las rossegueres, son un hábitat también caracterizado por la especialización de la vegetación en un sustrato móvil con pocos recursos. Protagonizado especialmente para la zarzaparrilla (Smilax aspera) y carnaza (Pastinaca lucida), que coexisten con endemismos propios de estos lugares.
  • Las carrizos son una de las formaciones más extendidas de la Sierra de Tramuntana, aunque también ocupan importantes extensiones del Levante de Mallorca. Cubiertas por carrizo (Ampelodesmos mauritanica), muy favorecida por la actividad humana ligada a la quema intencionada y recurrente de pastos para el ganado, especialmente el ovino y caprino. Este hecho de este manejo recurrente de incendios intencionados, ha configurado una comunidad florísticamente pobre y, debido a su afectación a la capa edáfica hace que la recuperación de la vegetación esté comprometida, llegando, en determinados lugares de la Sierra y del Levante de Mallorca, a una degradación del ecosistema cercano a la desertificación. Esta formación ocupa una superficie estimada de más de 20.000 ha en Mallorca, siendo la formación forestal desarbolada con más extensión.

La vegetación de alta montaña es la más singular y especial de la Serra de Tramuntana, no solo por la cantidad de endemismos insulares que alberga, sino también por las especificidades vegetales adaptadas al medio hostil y extremo

3. Las zonas húmedas
Las zonas húmedas como los torrentes, fuentes y barrancos, son formaciones de poca extensión en la isla, pero de enorme interés ecológico y paisajístico. Dominado mayoritariamente por juncáceas y ciperáceas, además de Murtera (Myrtus communis), alheña (Cneoron tricoccon), albar (Crataegus monogyna), endrino (Prunus spinosa), escaramujo (Rosa sempervirens), lianas y helechos, resguardadas por los árboles típicos de estos ecosistemas, tales como tamarindos (Tamarix spp) y agnocastos (Vitex agnus-castus), laurel (Laurus nobilis), higueras (Ficus carica) y en lugares más humanizados, por piojos (Populus nigra), olmo (Ulmus minor) y fresno (Fraxinus angustifolia). Unos ecosistemas de una riqueza biológica incuestionable y de un papel clave en la conectividad y movilidad de la fauna entre los diversos paisajes de la isla.

4. Los ecosistemas dunares

Presentes en todo el litoral mallorquín, se encuentran matorrales, matorrales y maquias, descritas en los apartados anteriores, aunque con especificidades de flora propias de estos hábitats. Tienen una mención especial los pinares litorales sobre roca o dunas que configuran un paisaje muy singular y típico de la costa mallorquina. Los Enebrales (Juniperus oxycedrus subs. Macrocarpa) y sabinares litorales formados por Juniperus phoenicea subs. turbinata crecen sobre todo sobre estratos arenosos y se presupone que antiguamente ocupaban extensiones más importantes. Los sabinares del Trenc, al sur de Mallorca, están considerados como uno de los mejores del mundo, ya que, además de una estructura arbustiva bien conformada, conservan importantes singularidades bióticas. Aparte de estas formaciones, encontramos vegetación propia de los sistemas dunares, muy especializada para poder soportar las duras condiciones salinas y de suelo móvil del litoral.

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